Temes: interculturalitat, diversitat cultural

Como todos sabemos, en agosto de este año se sucedieron en las ciudades de Barcelona y Cambrils unos ataques terroristas que tuvieron como resultado más de una decena de fallecidos, y más de un centenar de heridos. A esto hay que sumar el estado de caos y desconcierto que se produjo durante los atropellos en las poblaciones donde ocurrieron estos hechos. La investigación policial ha dado detalles sobre las personas que perpetraron los ataques. Todos eran ciudadanos españoles con ascendencia magrebí. Algunos nacidos en España y otros en Marruecos. Así mismo también se ha detallado la nacionalidad de las víctimas, que pertenecían a más de 15 países distintos entre las que se incluyen argelinas, magrebíes y marroquíes, con tradición islámica.

La respuesta a nivel mediático no se hizo esperar. Se emitieron mensajes de denuncia de los hechos y apoyo a las personas afectadas. Entre ellas la de las comunidades musulmanas españolas e internacionales entre las cuales, se incluye la del Rey de Marruecos. En el comunicado del jefe de estado se denuncian los hechos ocurridos.

Todos los mensajes fueron críticos con lo acontecido y denunciaron que el uso de la violencia no les representa ni a ellos ni a la legitimidad de su religión. La Comisión Islámica de España emitió un comunicado expresando “su más enérgica condena y repulsa por el atentado terrorista”. La Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) escribió en su página web que “reitera su pleno compromiso en la lucha contra cualquier tipo de terrorismo, y espera que los responsables de estos atentados puedan ser detenidos y llevados ante la justicia cuanto antes”.

Estas condenas apelan a la concordia entre ideologías y religiones, intentando romper la asociación terrorismo-fanatismo-religión establecida injustamente. Sin embargo otras voces reprobaron el atentado desde el odio. Este sentimiento sienta sus bases en el prejuicio cultural que está enraizado en la opinión pública. Estas voces se alzan en un escenario en el que el sentimiento ciudadano que se forma alrededor de la comunidad musulmana se escribe desde el prejuicio cultural y a la sombra de unos conflictos bélicos que están protagonizados por las principales potencias internacionales. Todo esto propicia un clima de rencor y repulsa que fortalece la idea errónea y absurda de relacionar siempre Islam y terrorismo.

Muestra de ello es el hashtag trending topic #StopIslam de twitter, que aparece en mensajes de odio y desprecio a esta religión y a las personas que la profesan.

En tweets como el siguiente, se puede comprobar como algunas personas caen en el error de sentirse con el derecho a imponer su ideología frente a la de otras. Y lo que es peor, crea una relación violenta e injusta entre un sentimiento religioso y unos asesinatos indiscriminados.

Desde el punto de vista económico y político estos ataques construyen un escenario que está siendo aprovechado por las grandes potencias internacionales. La creación de un enemigo al que combatir es más útil que trabajar sobre el origen del problema. Las grandes potencias occidentales son en última instancia las responsables de esta y otras situaciones.

No podemos permitir que se acepte la idea de que más de 1.600 millones de personas (un 23% de la población mundial) apoyan a terroristas. Es nuestra responsabilidad ser críticos con esta situación y no contribuir a este fenómeno.