Artículo escrito por Claudia García Ascacibar
¿Qué es el desarrollo? ¿Qué factores se asocian con el desarrollo de un individuo en una sociedad? Para contestar a estas dos preguntas debemos entender el contexto en el que nos encontramos. Pues como bien nos ha explicado hoy Iker Zirion Landaluze todo depende de las gafas con las que se mire. Para responder a estas preguntas hemos ido atrás en el tiempo, a la Segunda Guerra Mundial exactamente, en la cual el desarrollo estaba unido al poder económico.
Tras la masacre que generó esta guerra la solución que encuentran las potencias para “ayudar” a los países es a través de planes para reiniciar la economía. Aunque esto suene positivo, la creación de infraestructuras y metrópolis solo genera una mayor brecha en la escalera entre las grandes potencias y el resto. Pues bien, eso es lo que no se nos cuenta, que pese a que sigamos gastando e invirtiendo la distancia será la misma pues realmente no hay una escalera.
El tiempo pasa y con él, nuevos pensamientos nacen y el término desarrollo se empezará a ligar con la salud y la educación. En este camino la mujer seguirá sin entrar en el término de desarrollo puesto que su función será la de la producción y los cuidados.
Allá por los noventa aparecerán nuevos términos más fieles con la realidad del momento cómo es el Índice de Desigualdad de Género que nos hará entender mejor las diferencias en la distribución de los logros entre los hombres y las mujeres. Si bien es cierto que muestra datos que no se habían reflejado antes, otros quedan algo difusos y pasan inadvertidos. El techo de cristal que las mujeres hoy en día sufren y sufrimos no queda reflejado pues en España en pleno siglo XXI las mujeres seguimos ganando un 22% menos que los hombres por un mismo trabajo. Sin olvidarnos que hoy en día pese a las mejoras en el permiso de paternidad en pro de la conciliación, son las mujeres las que posponen su maternidad por miedo a tener que renunciar a su carrera profesional.
No podremos hablar de equidad de género hasta que las visitas al dentista de los niños, hacer la lavadora, limpiar los platos, hacer la compra y el resto de las tareas sean de ambas partes. Las estadísticas no son muy alentadoras pues en nuestro país el tiempo que dedicamos las mujeres en estas prácticas es de dos horas y media al día.
Todo no serán críticas pues la sociedad avanza y con ella aparecerán nuevos temas para definir el desarrollo como es la sostenibilidad ambiental, los derechos humanos y la igualdad de género. Entre las propuestas cabe destacar el concepto indígena Buen Vivir. Plantea un modelo basado en las cosmovisiones basado en el bien común poniendo la vida en el centro. Finalmente, todas estas teorías nos hacen reflexionar en el poder de las personas para cambiar las ideologías de una sociedad. Pues bien, no podremos de manera individual decidir el devenir de toda una generación, pero sí tenemos poder de decisión sobre él. Esto nos lleva a la responsabilidad social individual y en nuestro poder de decisión. Pues no es solo qué compramos si no de que está compuesto, a quién compramos, cuánto, de dónde proviene y con qué fin.
Ahora, cuando vayas a consumir, recuerda, que tu incides en la historia, consume consciente.
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