El pasado 24 de enero dimos el pistoletazo de salida a una nueva edición de la Escuela de Activistas. Las compañeras de Sorkin, Alboratorio de Saberes fueron las encargadas de facilitar esta primera sesión en la que pudimos vivenciar, reflexionar y explorar en torno a cómo operan las “nuevas masculinidades en el ámbito científico-tecnológico”.
Comenzamos el taller compartiendo lo que conocíamos sobre algunos conceptos clave. De las brechas de género a los grupos de hombres, pasando por lo que entendíamos por patriarcado. Poco a poco fuimos aterrizando ideas hasta evidenciar que el sistema sexo-género también se hace presente en el mundo científico. Las mujeres sufren una doble invisibilización desde la ciencia dominante. Por un lado, no se reconocen los aportes que han realizado las mujeres dentro de la ciencia legitimada socialmente. Por otro lado, se ha excluido de lo que se considera ciencia a un sinfín de saberes que son esenciales para la sostenibilidad de la vida y que han sido principalmente realizados por mujeres.
Afortunadamente, desde los feminismos se ha conseguido develar y nombrar muchas de estas situaciones. En la sesión, pudimos abordar qué implicaciones tiene el efecto matilda: ese prejuicio imperante que obstaculiza el reconocimiento de los logros de las mujeres científicas, al atribuir su trabajo a sus compañeros hombres. O abordamos cómo el mandato de género que suele considerar a las mujeres poco aptas para el mundo científico influye en el rendimiento que éstas pueden llegar a desarrollar. Muchas aristas que analizar y muchas ganas de hacerlo.
Como hombres y mujeres cercanas al mundo de la ciencia, hemos podido vivir en nuestros propios cuerpos qué estereotipos de género perviven en la consciencia colectiva. Algunas mujeres compartían que no han sido ni una ni dos las veces que han tenido que escuchar frases como: “¿tú haces una ingeniería? Qué difícil, ¿no?” o se les ha cuestionado cuando han hecho uso de la autoridad que les daba un determinado cargo. En el caso de los hombres, sorprende y se hipervalora la decisión de destinar tiempo a la crianza y el cuidado, cuando es algo que se da por hecho cuando se trata de mujeres.
Los hallazgos a los que entre todas fuimos llegando nos situaban ante un panorama en el que son muchos los retos que tenemos si queremos romper la espiral de la ciencia no igualitaria. Desde salirnos del binarismo imperante a tratar de reformular la idea hegemónica de ciencia por otra que incluya los saberes que ponen la vida en el centro. Si hablamos de qué tareas pendientes tenemos como hombres, al revisarnos es importante salir de posiciones cómodas y apostar por interpelar a nuestros privilegios. Así, fuimos llegando al final de esta primera sesión de una Escuela de Activistas que todavía tiene mucho recorrido por hacer.
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