Estado de emergencia por la COVID19 en Maputo
En Mozambique el Gobierno decretó el estado de emergencia e instauró medidas como: no aglomeraciones de más de 10 personas, restricción severa en el sector comercial, reducción de funcionariado presencial y prohibición de todos los eventos, actividades deportivas y misas.
Actualmente existen 209 casos de coronavirus confirmados, 109 recuperados y 2 muertos. 44 de los confirmados en la ciudad de Maputo, la segunda provincia más afectada después de Cabo Delgado con 131 casos, donde desarrollamos nuestros proyectos de cooperación.
Como sucede en todo el mundo, en la ciudad de Maputo, la regla no es una excepción y la restricción en la circulación de personas es notoria, así como el miedo de establecer diferentes contactos es visible en los rostros de las personas. Un enfoque simple a los gestos cordiales habituales de saludar a la persona cambia su rostro. Esto es cierto en todos los lugares donde es posible cumplir con estas medidas, porque hay muchos lugares en los que, a pesar de las recomendaciones, las personas no obedecen las nuevas reglas impuestas porque es difícil, como es el caso de las paradas de las “chapas” (autobuses y microbuses), instituciones públicas, bancos, etc. para acceder a los servicios.
Obviamente, la gente que no sigue estas medidas no es por simple ignorancia, muchos lo saben, pero no tienen alternativa por el propio contexto del país.
En el caso de nuestros técnicos, que tienen su propio medios de transporte, notan los cambios en el lugar de trabajo donde deben mantener la distancia y se turnan para acudir a la oficina. También se siente un ambiente diferente en el edificio de Cáritas donde se encuentra la oficina de ESF debido a la falta de circulación de personas. Ahora es normal llegar a la entrada y pasar por la desinfección de manos, luego ir a la oficina, pasar por la desinfección de zapatos no cruzarte con ninguna persona, lo que en sí mismo es un indicador de un gran cambio en el lugar.
Para el pago de impuestos y las gestiones bancarias, el contable Alberto Chirindza tiene que hacer largas colas y hay una aglomeración incalculable de personas, agravada por la demora en la asistencia debido a la reducción de personal en las instituciones y no se puede atender de manera rápida y sencilla.
Por su parte, el técnico Isildo Nhantumbo realiza alguna tarea de seguimiento de los proyectos que no implica trabajar en equipo como el monitoreo de las composteras durante el proceso de compostaje, que en la situación actual requiere más días el trabajo, ya que normalmente se realiza con un equipo de 6 personas.
Se percibe en las personas la ansiedad de volver a la normalidad del trabajo, de vivir juntos, de una relación cariñosa y atenta, pero también se desconoce cuándo este virus se controlará mínimamente para volver a la nueva normalidad, caracterizado por la desinfección constante de manos nunca antes visto en la historia de Mozambique que supera los momentos de las epidemias cíclicas de cólera que el país ha sufrido.
Además, cabe recordar también el desafío que supone trabajar desde casa con la atención que debe prestar a su familia y otras tareas domésticas.
El Presidente de la República acaba de extender el período del Estado de Emergencia hasta el próximo 30 de junio, así que este será de nuevo un mes de distancia social con muchas restricciones y cuidados. Esta situación provoca que la mayoría de la sociedad mozambiqueña que vive al día, se encuentre ante el dilema de decidir si morir de hambre en casa o morir de COVID-19 en la calle buscándose el sustento diario.
A este gran desafío nos enfrentamos en Mozambique donde la situación continúa siendo muy incierta.
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