Artículo escrito por Noelia Vicente Gómez
El pasado viernes 27 de noviembre Esther Muñoz puso nuestro foco de atención en torno al sector energético. Muchos de nosotros ya conocíamos cómo estaba organizado actualmente: un enorme oligopolio controlado por los países del norte donde los recursos del sur son explotados sin ningún tipo de reparo. ¿Pero realmente conocíamos los conflictos energéticos que éste ha ido dejando a su paso?
La sesión se centró principalmente en discutir una serie de conceptos relacionados con la soberanía energética. ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Qué barreras encontraría en los países del norte? ¿Y en los del sur? ¿Cuál es el modelo energético que debería seguir y cómo debería ser su consumo energético asociado? Tras un intenso debate grupal pusimos en común nuestras opiniones y llegamos a una conclusión bastante consensuada.
Es necesario cambiar el modelo energético actual, terminar con el oligopolio existente y abrir el camino a la soberanía energética con el objetivo de gestionar la energía que nosotros mismos consumimos. Este nuevo modelo debe estar basado en reducir el consumo energético y focalizar la producción en sistemas distribuidos basados en las necesidades locales con el fin de garantizar la sostenibilidad del sistema. Para ello, la implementación responsable de energías renovables debe ser un punto clave. La soberanía energética mantiene como enemigo en el norte al oligopolio energético, y este no se permitirá perder el control ni sobre los recursos naturales ni sobre los países del sur. Mientras, por otra parte, estos últimos encuentran complicado dar el salto a la soberanía energética debido a la falta de recursos económicos y tecnológicos, y a la actual explotación por parte de las empresas dominantes. Asimismo, tal y como explicó Esther, los impactos del oligopolio energético se ven representados en los numerosos conflictos que surgen continuamente a lo largo del planeta. Como ejemplo, nos centramos en conocer la situación del Sáhara Occidental.
Está claro que el sistema actual es insostenible, que mientras el modelo de crecimiento siga desarrollándose sin límites en el norte, las consecuencias sociales, económicas y naturales seguirán siendo devastadoras en el sur. Si queremos implantar una soberanía energética, el cambio ha de darse desde la ciudadanía, pues el oligopolio seguirá mirando por sus propios intereses, ajeno a los conflictos que arrastra.
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